El mundo de los automóviles tiene un pasado marcado por ciertos modelos que han destacado más que los demás. Actualmente existen infinidad de marcas que proponen alternativas más o menos modernas y económicas, pero la accesibilidad está, por lo general, al alcance de casi todo el mundo. Sin embargo, hace no tanto tiempo, poseer un vehículo propio era algo reservado para la clase más alta de la sociedad y no había tanta variedad donde elegir, al menos al principio de los tiempos. Las versiones más clásicas siguen produciendo modelos inspirados en los originales y estos coches que han pasado a la historia como los más clásicos, hoy en día se pueden observar sobre todo en museos o congregaciones de coleccionistas. Aquí os dejamos una lista con cinco coches que marcaron época:

1. Ford Modelo T

El Ford Modelo T de principios del siglo XX es, posiblemente el coche antiguo que a todo el mundo le viene a la cabeza cuando piensa en automóviles clásicos. Hoy en día puede parecer, por decir algo, como una caja de zapatos fusionada con una cafetera, pero por aquel entonces la gente se maravilló al ver el modelo T de Henry Ford. Fue el coche que hizo que los viajes en automóvil, hasta entonces dominio exclusivo de la alta sociedad, fueran algo planteable para gente más llana.

Este armatoste sobre ruedas dio a los estadounidenses, en primera estancia, y al resto de los mortales después, la libertad de viajar a donde les pareciese oportuno. En 1913 ya superaba la producción del resto de los fabricantes de automóviles del mundo en conjunto gracias al modelo de cadena de montaje móvil de Ford que cambió el paradigma.

Fue en sus últimos años de producción, cuando el Modelo T se hizo realmente omnipresente como uno de los coches más famosos de la década de los 20, el Modelo T era barato, básico y estaba en boca de todo el mundo, pero cambió para siempre la sociedad y su funcionamiento, de modo que cualquier persona de a pie pudiera moverse en automóvil.

2. Rolls-Royce Phantom

En este apartado subimos un par de peldaños socioeconómicos. Este es el mítico coche de lujo británico que comenzó su andadura en 1925, el apelativo de Rolls-Royce Phantom y su herencia se extendió a lo largo de siete generaciones de modelos. El Phantom, que fue propiedad de célebres personajes como John Lennon o el sultán de Brunei, irradiaba clase y riqueza. Muchos aseguran, probablemente de oídas, que conducirlo puede equipararse a sentarse en el trono de la reina de Inglaterra sobre ruedas. Aunque puede haber sufrido un poco de hinchazón en algunas de sus últimas generaciones, la quinta y la sexta, para ser exactos, la séptima y actual iteración demuestra ser la combinación adecuada de potencia, rendimiento y sofisticación. Destaca por su potencia y tamaño sin sutilezas, también por sus características llantas y su angelical logotipo siempre correcto.

3. 1936 Bugatti Type 57SC Atlantic

Este modelo de Bugatti nunca se volverá a repetir, es uno de esos casos en los que el mandamás de la empresa deja al apartado creativo total libertad para desarrollar un producto que marque la diferencia. El Type 57 Atlantic simula el contorno de una mujer sinuosa y voluminosa, la chapa metálica ondea dando forma a una alargada carrocería que desprende sensualidad. Si hoy en día salta a la vista, por aquel entonces fue una apuesta arriesgada que, como siempre sucede en este tipo de situaciones, solo deriva en dos resultados: los que piensan que es una auténtica genialidad y los que nunca comprenderán cómo puede haber alguien a quien le guste algo tan extravagante. O lo amas o lo odias.

En su época dorada, como el color más recurrente debido a la elegancia del diseño suele ser el negro o tonos oscuros, mucha época comparaba al Atlantic con un Batmóvil y, de hecho, el diseño del vehículo personal del “Hombre Murciélago” de las películas de Tim Burton de 1989 y 1992 tiene bastante que ver con el Atlantic. Actualmente se puede encontrar en casas de subastas fácilmente por más 30 millones de dólares, lo que probablemente lo convierte en el coche más caro del planeta.

4. Bentley Blower

Todo el mundo tiene en su cabeza este alargado vehículo, con forma de perrito caliente, normalmente de un tono turquesa, oscuro y metálico, con la bandera británica estampada en los laterales. En el año 1929, la potencia del motor no solía impresionar demasiado, pero en el caso del Blower decidieron dar un golpe sobre la mesa debido a sus 240 caballos. Se convirtió en el deportivo británico por excelencia, aunque resultó ser extremadamente pesado debido a sus enormes frenos y al chasis.

5. Citroën DS

La serie DS no ha cambiado demasiado desde su introducción en 1955. Lo cierto es que, a mediados de siglo, este modelo todavía se lame las heridas ocasionadas por la Segunda Guerra Mundial y se encuentra en plena crisis de identidad poscolonial. Es, sin duda un símbolo de una gran generación de ingenio, tecnología y diseño franceses. El DS estableció nuevos estándares debido a su fácil conducción o sus frenos entre otras características Cabe destacar que durante los primeros 15 minutos del Salón del Automóvil de París de 1955, Citroën recibió 743 pedidos del DS.

El diseño corrió a cargo de un escultor italiano y de un ingeniero aeronáutico francés, que dotaron al vehículo de un aspecto ciertamente espacial y la versión descapotable enamoró a muchas personas tras su lanzamiento hasta el día de hoy.